El Real Madrid sigue enredado con la Copa, una competición que no para de darle quebraderos de cabeza. La magia de Mou ha logrado enderezar el rumbo de la nave blanca en Europa y hasta enamorar en la Liga con tres goleadas sucesivas, pero el torneo del K.O. es otra historia. La Copa sigue siendo territorio vedado para un equipo que no supo hincarle el diente al armadillo pimentonero.
El partido en sí no fue indecoroso. Nada que ver con Irún o Alcorcón, donde el Madrid encajó tres y cuatro tantos, respectivamente. De hecho, Casillas pasó de puntillas por la Nueva Condomina. Ni una sola parada que llevarse a la boca, merced, en gran medida, al gran trabajo de una zaga que no echó en falta a los ausentes Carvalho y Marcelo.
Otra historia fue el ataque. Ahí sí que se notó que no es lo mismo Granero que Xabi, por poner un ejemplo de comprensión meridiana. El Madrid, que presume con justicia de un baquillo encopetado, se topó con la dura realidad y ésta no es otra que hay ciertos jugadores 'imprescindibles' cuando el horizonte anuncia tormenta.
Jugadores que pueden desenredar el ovillo más indescifrable con un simple gesto. Hablamos, cómo no, de Di María, Özil e Higuaín, amén de Xabi, porque CR7 sí estaba sobre el terreno de juego comandando un equipo tan bienintencionado como torpe en la interpretación del partido.
El Madrid percutió una y otra vez por el centro, desantendiendo unas bandas que echaron en falta a Marcelo y a un Sergio Ramos más rodado. Aun así, las ocasiones llegaron. A cuentagotas, pero llegaron. No podía ser de otra forma entre dos equipos tan dispares por presupuesto, jugadores y ambición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario